Querernos, autocuidarnos y valorarnos por quien somos no es algo innato, sino que se trata de un proceso y, como tal, no se consigue inmediatamente. La autoestima no es algo con lo que nace el ser humano, se va forjando a partir de las relaciones con los demás. 

En este artículo te contamos qué es y cómo se construye la autoestima, además de ver cómo podemos trabajarla a lo largo del tiempo. 

Qué es la autoestima y cuál es su origen

La autoestima da nombre a la valoración que tiene uno sobre sí mismo, la cual se desarrolla a partir de la percepción que tenemos de nuestras propias cualidades personales. Un ejercicio de autorreconocimiento y que es súper importante. Una autovaloración positiva es clave para el desarrollo individual y colectivo, nuestro comportamiento en sociedad. 

Una buena autoestima ya no solo es señal de que te quieres y te valoras, sino de seguridad, autonomía o sociabilidad. 

Sin embargo, cabe señalar que la autoestima cambia con el tiempo y además se va formando con los años. Esta se moldea conforme la relación que tenemos con el entorno y el impacto que tiene sobre nosotros mismos. 

De este modo, la autoestima nos brinda información muy valiosa, autoconocimiento, sobre cómo nos encontramos sin ir más lejos. 

Por otro lado, si pensamos en cuál es el origen de la autoestima, hay que detenerse en la infancia, en relaciones personales así como en eventos vitales. A continuación, ahondamos en cómo se forma la autoestima desde los primeros años. 

Cómo se forma la autoestima en la infancia y la adolescencia

Para saber cómo se forma la autoestima en los niños y adolescentes, es importante analizar dos roles fundamentales: la familia y el grupo. 

El papel de la familia y las primeras experiencias

Como veremos más adelante, la autoestima aparece cuando somos bien pequeños. Niños y niñas que forjan su imagen a partir de la mirada que les devuelve su alrededor. ¿Y en los primeros años de vida quién es quién más nos influye? Las figuras más cercanas: normalmente, madres, padres, hermanos y hermanas mayores, así como educadores. Es decir, la de las primeras figuras de cuidado. 

En este sentido, cabe destacar la importancia de cómo comunicarse con los más pequeños. Si el niño recibe valoraciones y sentimientos mayormente positivos, va a ir adquiriendo mensajes que le van a agradar, interiorizando la imagen de “soy bueno, soy valioso”. La influencia de sus personas más cercanas está siendo positiva, contribuyendo a que el niño genere una sensación interna de valía y de bienestar. Como resultado, va construyendo una autoestima sólida y fuerte. 

Ahora, si estos mensajes y sentimientos hacia el niño o niña son en su mayoría negativos va a causar mucho dolor, desencadenando una autoimagen negativa. Por ende, puede hacer que se rechace a sí mismo, generando mucha fragilidad y debilidad en la autoestima. 

Influencia del grupo de iguales y la escuela

Pero una vez que somos más mayores, en la preadolescencia y en la adolescencia, el grupo de iguales (en este caso, los amigos o los compañeros de clase) se convierten en los desencadenantes de cómo se forma la autoestima. 

Insultos como “cuatro ojos”, “ballena”, “paella” o “dientes de alambre” influyen directamente en la autoestima de los más jóvenes, acarreando complejos que pueden llegar hasta la vida adulta.

Por ello es tan importante cuidar la autoestima desde el principio y aprender a tratarte con respeto y valorarte. Si crees que eso está todavía pendiente en ti, en POP Empower disponemos de una terapia para autoestima online. ¡Y cuídate!

Qué es y cómo se construye la autoestima

A qué edad se forma la autoestima y cómo sigue cambiando

¿A qué edad se forma la autoestima? Cabe señalar que esta aparece antes incluso que sepamos identificarla. Así, se calcula que entre los 3-6 años comenzamos a desarrollar nuestra autoestima. Pero, tal y como hemos visto, esta es mutable y va variando a lo largo del tiempo.

Mientras que en niños más pequeños la autoestima viene de la mano de las figuras de referencias (papá y mamá básicamente), conforme pasa el tiempo el entorno se vuelve la pieza clave, sobre todo en períodos como la adolescencia. Por su parte, en la época adulta, experiencias como las relaciones de pareja, la paternidad, el trabajo… son factores que pueden alterar nuestra autoestima. 

Por eso, para saber cómo se construye la autoestima, es necesario tener claro que esta no es fija; sino que se trata un concepto que va cambiando conforme a las circunstancias de la persona. 

Cuando la historia de tu autoestima duele: posibilidad de reconstruirla

No es algo extraordinario: hay muchas personas a las que les cuesta autovalorarse. Decir algo bueno de ellas mismas. Y no solo a nivel físico, sino también a nivel de cualidades o habilidades. Malas experiencias en el pasado han hecho que nos reflejemos en un espejo opaco, empañado, que realmente no muestra cómo somos en realidad. Por eso, es tan importante aprender a ‘limpiar bien el cristal’, mirarte y mirarte con cariño, además

Por eso, es tan importante analizar el origen de la autoestima y, poco a poco, ver que ese “no vales” que podías oír, ahora se convierte en un “qué bien lo haces, sigue así”. 

Para ello, acciones como la forma de hablarte a ti mismo, reflexionar sobre lo bueno que tienes o rodearte de gente buena, que de verdad te trata con respeto y te valora por ser quien eres; van a ser fundamentales para reconstruir tu autoestima. Y, por supuesto, además de eso, el apoyo de un profesional va a ser fundamental. Un psicólogo o psicóloga te va a ayudar a cuestionar cómo eres, cuánto vales e, incluso, puede devolverte una imagen sobre ti lo más objetiva posible. La clave está en la reparación del impacto que causaron todas esas miradas desacertadas o injustas que recibimos en el pasado.  

¿Te animas a entrenar tu autoestima con psicología?

¿Necesitas aprender a quererte más? ¿Eres demasiado autoexigente y crees que necesitas ayuda externa? En POP Empower estamos contigo. Tenemos un servicio especializado, donde el apoyo de un psicólogo especializado te ayudará a creer más en ti, ganar confianza y a quererte más y mejor. Porque sí, también tienes muchas cosas buenas, aunque ahora no lo tengas tan claro. 

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