Frente a nuestro ímpetu cada vez más común de rellenar todo hueco de la agenda, ya sea con trabajo o con actividades de ocio y recreación, la neurociencia nos demuestra que a veces dedicarse a no hacer nada es la clave para ser personas más creativas, productivas e incluso más felices.
Pero esto de la hiperproductividad no aparece de la nada, precisamente. Son varios los motivos que nos pueden llevar hoy día a meternos en un bucle de sinfín de actividades:
- Uno de ellos, y probablemente de los que más peso tengan en todo esto, es la filosofía que impera en la sociedad en la que vivimos. Ahora mismo, no andar produciendo y rentabilizando el tiempo que tenemos puede considerarse motivo para sentirnos unos despojos y una razón para tener grandes remordimientos de conciencia por no ser personas de provecho. Da igual que hablemos del aspecto laboral, familiar, social o personal. En todos, tenemos que ser el mejor. Como dice Odell, profesora en Stanford,
“La ansiedad de sobreproducción y autoexplotación vital como sinónimo de autorrealización personal”.
- Otro motivo, mucho menos reconocido pero no por ello menos influyente es la hiperproductividad como vía de escape y evitación del contacto con nuestro mundo emocional. Hay momentos en que cuando uno para y hace silencio, conecta con pensamientos y sentimientos difíciles de manejar. De ahí que encadenemos una actividad tras otra como mecanismo de defensa para no conectar con nuestros conflictos internos.
- Además, no podemos dejar al margen el nuevo famoso diagnóstico de FOMO o miedo a perderse algo en sus siglas en inglés (fear of missing out). Personas que necesitan estar muy presentes en todos los planes, remarcando mucho su presencia y aporte, probablemente ante vivencias pasadas en las que se han podido sentir poco reconocidas, valoradas o con un nivel de atención mucho menor del que necesitaban en ese momento.
Todo esto que comentamos no es algo que se hable solo a nivel teórico. Lo podemos ver y palpar claramente de manera constante en los niños de hoy día.
- Desde que nacen, nos dedicamos a hiperestimularlos con mil cosas y actividades ante nuestro afán de que sea el mejor de la clase y una persona exitosa en la vida, sin permitirles parar ni un minuto. A pesar de que como comentábamos en un inicio, la creatividad y el potencial también andan muy ligados a momentos de parón y de calma como vemos en ejemplos de Albert Einstein o Steve Jobs.
- Además, en los momentos en los que los niños andan desbordados a nivel emocional acudiendo al adulto en busca de alguien que le ayuda a regularse, en lugar de conectar con ellos y con aquello que están viviendo y sintiendo, nuestra solución y herramienta es darles algo con lo que entretenerlos y callarlos cuanto antes.
- Siguiendo el orden en el que íbamos argumentando todo esto, ni qué decir del poco tiempo de calidad que podemos dedicarles. Con el ritmo frenético que llevamos los adultos, ahora no les queda otra que convertirse en niños hiperactivos y latosos, como única manera de hacerse ver y notar en un escenario en el que se sienten muchas veces ignorados y poco atendidos…
Con todo esto, desde POP queremos recalcar la importancia de parar, de poner freno en nuestro día a día para dedicarnos también a conectar con nosotros mismos. Luchemos entre todos para acabar con este ritmo y esta filosofía tóxica que nos representa. Detenernos no desde una manera pasiva sintiéndonos que perdemos el tiempo, sino desde una actitud de permitir entrar todo aquello que realmente llevemos dentro para darle el espacio y la atención que necesiten nuestras emociones. Que no tengan que hacer como los niños, dar bandazos generándonos dificultades hasta que no nos quede más remedio que atenderlas.
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