¿Te cuesta confiar del todo en tu pareja? ¿Sientes que das demasiado y recibes poco? ¿Te pones a la defensiva sin saber muy bien por qué? Quizá nunca lo has pensado, pero todas estas respuestas emocionales pueden estar relacionadas con tu estilo de apego, la manera en la que de pequeño/a aprendiste a relacionarte con los demás y a crear tus propios vínculos.
Cuando sepas cuál es tu estilo de apego, entenderás por qué ciertas relaciones se repiten, por qué a veces te sientes inseguro/a en pareja o por qué tiendes a evitar el compromiso. Y por si te lo preguntas: sí, lo puedes cambiar. La terapia es la manera de empezar a construir relaciones más sanas, empezando por la que tienes contigo mismo/a.
¿Qué es el apego y por qué se forma en la infancia?
El apego es el vínculo emocional que desarrollamos con quienes nos cuidaron durante la infancia, normalmente los padres, los abuelos o cualquier otra figura que ejerza esta función. Este vínculo aporta seguridad, afecto y moldea nuestra manera de querer y de relacionarnos durante la vida adulta.
Para que lo entiendas mejor: la manera en la que esas figuras respondieron a nuestras necesidades físicas y emocionales depende mucho de que hayamos desarrollado un estilo de apego más o menos seguro. Si nos escucharon, nos protegieron y validaron nuestras emociones, lo más probable es que hayamos aprendido a confiar. En cambio, si esas respuestas fueron invasivas, irrespetuosas o directamente ausentes, hemos ido creando formas de protegernos que, con el paso del tiempo, se han convertido en patrones relacionales.
Tipos de apego: seguro, ansioso, evitativo y desorganizado
La teoría del apego que desarrolló John Bowlby y amplió Mary Ainsworth describe cuatro grandes estilos de apego.
Apego seguro
Las personas con apego seguro crecieron en un entorno en el que se sintieron emocionalmente sostenidas. Por eso, ahora confían en la persona que tienen al lado, están cómodas con la intimidad y gestionan bien la autonomía. Son personas que tienden a establecer relaciones estables, cuidan mucho la comunicación y no tienen esa sensación constante de miedo por perder al otro.
Apego ansioso
Quienes tienen apego ansioso, suelen haber tenido falta de atención durante la infancia. Como consecuencia, buscan constantemente la validación de la pareja, tienen miedo al abandono y pueden mostrarse muy dependientes o vigilantes ante signos de distancia. La ansiedad emocional suele ser la forma de responder si hay algún peligro o amenaza en la relación.
Apego evitativo
Este tipo de apego se produce cuando el entorno familiar no supo responder a las necesidades emocionales. Al final, estas personas aprenden a ‘no necesitar a nadie’ como un mecanismo de defensa, y en la vida adulta les cuesta pedir ayuda, evitan mostrarse vulnerables y tienden a distanciarse emocionalmente en las relaciones.
Apego desorganizado
Es una mezcla de las dos anteriores. Suele aparecer en un contexto de trauma, donde la figura de cuidado era una fuente de protección y de miedo al mismo tiempo. En pareja, las relaciones suelen ser caóticas, con altibajos, y con miedo a la intimidad y al abandono a la vez.
Cómo se manifiestan en la vida adulta y en las relaciones
Tu estilo de apego (que ahora seguramente sabes reconocer mucho mejor) influye mucho en:
- Cómo gestionas los conflictos.
- Qué tipo de personas te atraen (y por qué).
- Cuánto toleras la distancia o el contacto físico.
- Tu forma de comunicar necesidades y emociones.
- Las reacciones que tienes ante el rechazo o el abandono.
Por ejemplo, una persona con apego ansioso puede sentirse muy insegura si su pareja tarda en responder un mensaje. En cambio, alguien con apego evitativo quizá se bloquea emocionalmente si le dice que necesita más contacto físico o cariño.
Estas dinámicas perfectamente pueden ser dolorosas, repetitivas e incluso difíciles de ver si no has hecho un proceso de revisión personal. La parte buena es se pueden cambiar.
¿Se puede cambiar un estilo de apego? El rol de la terapia
La respuesta es sí, y es muy importante que lo tengas siempre presente. El estilo de apego no es una etiqueta fija ni mucho menos, es un patrón aprendido. Y como todo aprendizaje, lo puedes revisar y transformar.
De hecho, acudir a terapia te puede ayudar a:
- Reconocer tu estilo de apego y cómo influye en tus relaciones.
- Identificar las heridas emocionales que arrastras desde la infancia.
- Aprender a poner límites, comunicarte con claridad y regular tus emociones.
- Construir vínculos más seguros que empiecen por la relación contigo mismo/a.
Nadie nace sabiendo a amar, y no deberías culparte por cómo ha sido tu infancia o los patrones que has interiorizado a lo largo de tu vida. La buena noticia es que puedes cambiarlo. En POP Empower queremos acompañarte en el proceso, ayudarte a entender tu estilo de apego y que aprendas a relacionarte con los demás desde un lugar mucho más seguro y consciente.