¿Tienes la sensación de que, aunque hagas las cosas bien y te esfuerces al máximo, nunca es suficiente? Si la respuesta es sí, quizá el perfeccionismo tiene más peso en tu vida del que imaginas (y del que debería). A veces, se disfraza de motivación o de un deseo de superación personal, pero puede terminar siendo un arma de doble filo. 

El perfeccionismo no necesariamente es malo, al menos si lo entendemos como una ‘ayuda’ para perseguir metas, crecer personalmente o comprometerte con lo que quieres. El problema viene cuando se convierte en una exigencia completamente inalcanzable y rígida que afecta a tu bienestar emocional y hace que tengas la sensación constante de insatisfacción. Aunque tu vida sea plena y estés ya dando el máximo de ti mismo/a. 

Qué es el perfeccionismo y cómo se desarrolla 

El perfeccionismo es la tendencia a establecer estándares muy altos para uno mismo, y muchas veces también para los demás. Es la sensación constante de que nada está del todo bien o que siempre puedes hacer más para estar a la altura de lo que el resto espera. 

No hay un único origen, porque suelen influir distintos factores. En algunas personas, la raíz del problema está en la infancia por haber crecido en un entorno en el que el reconocimiento estaba muy relacionado con el rendimiento académico y las notas. En otras, con la cultura del esfuerzo constante, o simplemente por rasgos de personalidad como la autoexigencia o la alta sensibilidad. 

Ahora bien, hay que hacer un matiz. El perfeccionismo en sí mismo no es negativo, siempre y cuando lo orientes de una manera flexible y sana contigo mismo/a. El problema está cuando se genera un sentimiento de sufrimiento por no ser capaz de conseguir cosas que en realidad son inalcanzables. 

Señales de un perfeccionismo disfuncional  

El perfeccionismo nos deja pistas bastante evidentes en el día a día, y estas son las más frecuentes: 

  • Procrastinar por miedo a no hacer las cosas lo suficientemente bien. 
  • Revisar y repetir tareas de forma excesiva antes de terminarlas. 
  • Autocrítica constante y dificultad para reconocer los logros personales. 
  • Compararse de forma continua con los demás. 
  • Sentir culpa al cometer un error, aunque sea mínimo o no tenga demasiada importancia. 
  • Vivir con la sensación de que ‘nunca es suficiente’. 

Consecuencias en la salud mental 

Llevado al extremo, el perfeccionismo disfuncional puede llegar a ser un factor de riesgo importante para la salud mental y puede afectar más de lo que creemos a nuestro bienestar mental y físico. Por este motivo, las personas con un perfeccionismo tan extremo son más propensas a sufrir estrés crónico y ataques de ansiedad como consecuencia de esa presión constante. También ansiedad y burnout, sobre todo cuando la autoexigencia afecta al sueño y a la calidad del descanso. 

Más allá de estos trastornos, provoca problemas de autoestima al sentir que los logros nunca son suficientes. Y hace que de repente aparezcan los problemas relacionados con el sueño (por la rumiación y las preocupaciones) y que las relaciones con amigos y familia se vuelvan tensas, pues esas expectativas excesivas se trasladan a los demás. 

Estrategias para flexibilizar la autoexigencia 

El perfeccionismo no va a desaparecer de tu vida de un día para otro, pero sí que hay herramientas que te ayudan a suavizar la autoexigencia y a vivir con mucha más calma: 

  • Revisa tus estándares: pregúntate si realmente tus objetivos son realistas o estás poniéndote metas imposibles. 
  • Aprende a tolerar el error: equivocarte no te define, solo forma parte del camino y del aprendizaje. 
  • Celebra lo suficiente: acostúmbrate a reconocer tus avances y a celebrar logros, aunque no sean perfectos. 
  • Descansa sin culpa: tu valor no depende de tu productividad ni de tus logros en el trabajo. Dedica tiempo para descansar y no te sientas culpable por estar perdiendo el tiempo. 

Cómo abordarlo en terapia  

Acudir a terapia psicológica es un proceso liberador en la mayoría de situaciones. En este caso, el acompañamiento psicológico es lo que te permitirá identificar los patrones de la autoexigencia, entender de dónde viene el problema y aprender a ser mucho más flexibles. 

Además, un buen psicólogo/a te dará las herramientas que necesitas para gestionar la ansiedad asociada, mejorar tu autoestima y desarrollar una voz interior mucho más compasiva. Y, por supuesto, para tener relaciones más sanas, contigo mismo/a y con los demás, porque es normal dirigir la frustración por no conseguir lo que queremos con la pareja, amigos o familiares. 

En POP Empower entendemos la psicología de una forma amplia y creemos que la terapia debe abarcar todas las áreas de la vida. Por eso, en nuestro entrenamiento psicológico trabajamos el perfeccionismo en su sentido más amplio, entendiendo la raíz del problema y proporcionándote las herramientas que necesitas para que no interfiera en tu bienestar. 

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