¿Imaginas tu vida sin redes sociales? ¿O eres capaz de recordarla antes de tener Instagram, TikTok o Facebook? Todos tenemos descargada alguna de estas apps en el móvil, las utilizamos para desconectar del día a día, para conocer gente y hasta para trabajar. Y sí, son herramientas muy útiles para estar conectados con los demás, pero lógicamente también tienen consecuencias para la salud mental si no las utilizamos como deberíamos.
La pregunta no debería ser si las redes sociales son buenas o malas en sí mismas, sino cómo las utilizamos y qué lugar ocupan en nuestra vida. Si en algún momento te han hecho daño, han afectado a tu autoestima e incluso te han generado dependencia emocional, quizá debes replantearte tu relación con ellas.
Comparación social y autoestima
Uno de los efectos que más se han estudiado sobre las redes sociales es la comparación social. Las personas siempre hemos tendido a compararnos con los demás, pero las redes multiplican esa exposición a unas vidas que, a simple vista, son perfectas. Vemos a diario cuerpos idealizados, relaciones estupendas, éxito profesional… Pero solo muestran una cara de la moneda.
De manera inconsciente, tendemos a comparar nuestra vida —rutinas, frustraciones y momentos grises— con lo que comparten otras personas. Y salvo excepciones, la mayoría de influencers o creadores/as de contenido comparten cosas positivas, así que lo que vemos son momentos seleccionados y filtrados al milímetro. Esta comparación desigual afecta directamente a la autoestima, y genera pensamientos como:
- «Mi vida no es tan interesante como la de los demás».
- «No soy tan atractivo/a ni exitoso/a».
- «Nunca voy a estar a la altura».
De hecho, hay estudios que demuestran que el uso excesivo de las redes sociales y esta comparación, llevada al extremo, tiene consecuencias directas en la insatisfacción corporal y en una percepción distorsionada de lo que valemos. ¿Quién no ha tenido un momento de ‘bajón’ sin saber muy bien por qué después de hacer scroll durante varios minutos?
La conclusión no es que debamos abandonar las redes, pero sí que deberíamos ser más conscientes de que muestran solo una parte de la realidad, y muchas veces cargada de edición y filtros.
Ansiedad y uso excesivo
Otro de los riesgos más frecuentes es la ansiedad asociada al uso excesivo de las redes sociales. Por ejemplo, revisar el móvil cada pocos minutos de forma compulsiva por miedo a perderte algo (el tan de moda FOMO), necesitar validación constante en forma de likes o comentarios… Esta ansiedad digital se puede manifestar de distintas maneras:
- Dificultad para concentrarse en las tareas importantes.
- Irritabilidad cuando no hay conexión o no llegan las notificaciones.
- Problemas para dormir por el uso nocturno del móvil.
- Sensación de vacío después de varias horas sin redes sociales.
Además, los algoritmos de todas estas plataformas están diseñados para mantenernos conectados el máximo tiempo posible. A larga, esto alimenta un círculo de refuerzo en el que nuestro cerebro percibe una notificación o actualización como una pequeña dosis de dopamina. Con el tiempo, puede terminar siendo una dependencia (como cualquier otra droga) que interfiere en la vida personal, laboral o académica.
Beneficios si se usan de forma consciente
Por supuesto, las redes sociales tienen su parte positiva y todos conocemos de sobra los beneficios que nos aportan. Si las utilizamos de forma consciente, tienen muchísimas ventajas:
- Apoyo social: nos permiten conectar con comunidades afines, compartir experiencias e incluso encontrar acompañamiento en momentos de soledad.
- Acceso a información: son una fuente rápida para conocer recursos sobre salud, bienestar o temas de interés personal.
- Expresión personal: estas plataformas abren un espacio para la creatividad, compartir logros…
- Visibilización de realidades: hay muchas personas que encuentran en las redes un espacio para normalizar sus emociones, hablar de salud mental e incluso denunciar injusticias.
Claves para un uso más saludable
¿Sientes que las redes sociales están afectando a tu bienestar o tu paz mental? No se trata de eliminarlas de tu vida de forma radical, sino de aprender a utilizarlas de una manera mucho más consciente. Por ejemplo:
- Revisa el tiempo de uso: utiliza apps que midan cuánto tiempo pasas en cada red social, incluso restringe varios minutos al día.
- Haz limpieza de cuentas: deja de seguir a perfiles que te generan malestar, presión o comparativas negativas. Intenta crear una red que te aporte y te haga bien.
- Pon límites horarios: establece momentos del día libres de redes sociales, como durante las comidas, al despertarte o antes de dormir.
- Practica el consumo activo: en lugar de hacer scroll infinito y perder la noción del tiempo, entra a las redes con un propósito concreto.
- Fomenta las conexiones reales: recuerda que nada sustituye al contacto cara a cara. Dedica más tiempo a conversaciones y actividades fuera de las pantallas.
- Escucha cómo te sientes: después de utilizar las redes, pregúntate si estás más tranquilo/a, más ansioso/a… Nadie te conoce mejor que tú.
Estos pequeños cambios pueden cambiar tu relación con las redes sociales, pero si necesitas apoyo profesional, en POP Empower podemos ayudarte. Tenemos un enfoque 360º que entrena la psicología desde todas las áreas, entiende la raíz del problema y trabaja en todos los aspectos. Si las redes afectan a tu paz mental, en terapia puedes recuperar el equilibrio.