¿Has aprendido a poner límites en tus relaciones? Es saber decir ‘no’ cuando lo necesitas, priorizar tus necesidades y cuidar tu bienestar emocional. Lo tenemos más o menos claro en la teoría, pero a la hora de ponerlo en práctica, aparece el sentimiento de culpa, el miedo a decepcionar a quienes nos importan e incluso al rechazo. Y al final terminas cediendo, aunque por dentro sepas que no estás siendo sincero con lo que sientes. 

No eres la única persona a la que le pasa y, de hecho, hay motivos psicológicos que lo explican. Y no, no tiene nada que ver con tener más carácter, se trata de poner por delante tus necesidades y aprender a comunicárselas a los demás desde el respeto. 

¿Qué significa poner límites sanos? 

Marcar con claridad hasta dónde estás dispuesto a llegar —emocional, física o mentalmente— en una relación o en una situación concreta. Eso es poner un límite sano, y no implica ser agresvo ni cortar por lo sano. Lo primero que debes entender es que los límites no los pones contra nadie, sino a tu favor. 

Por ejemplo, cuando dices «hoy me apetece quedarme en casa descansando» o «no me hace bien hablar de este tema». También, cuando dices ‘no’ a un favor que no puedes asumir sin sentirte culpable. Cuando pides que no te hables de cierta manera. O cuando decides dejar de responder a mensajes del trabajo fuera de tu horario laboral. 

Lo más importante es que ese límite nazca de ti y de lo que necesitas para estar bien, no de una reacción impulsiva ni del miedo. Y, por supuesto, que seas capaz de sostenerlo sin sentir culpa, miedo, remordimiento o ansiedad. 

Motivos psicológicos comunes detrás de la dificultad 

A lo largo de tu vida has aprendido miles de cosas, y poner límites es una de las que tendrás que hacer tarde o temprano. Hay personas que tienen más facilidad para hacerlo y, de hecho, existen razones psicológicas que explican por qué te cuesta poner límites. Quizá tiene que ver con tu infancia o con la forma en la que te enseñaron a relacionarte, así que vas a tener que revisar patrones más profundos. 

Miedo al rechazo, baja autoestima, creencias aprendidas… 

  • Evitar decir lo que sientes por miedo a que se enfaden contigo, a que te juzguen o se alejen. 
  • Tienes una autoestima baja y no crees que tus necesidades sean tan válidas como las de los demás. 
  • Si siempre te han repetido frases como «no hagas sentir mal a los demás» o «mejor no molestar», seguramente priorices a los demás sobre ti mismo/a. 
  • Has crecido en un entorno en el que no respetaban tus límites o no te has sentido escuchado, así que ahora te cuesta a establecer esos límites sanos. 

Cómo empezar a practicar el autocuidado desde los límites 

Los límites forman parte del autocuidado, porque te ayudan a construir relaciones mucho más sanas y sinceras con los demás (y contigo mismo/a). En cualquier caso, no aprenderás de un día para otro, pues es un proceso que lleva tiempo y que discurre por varias fases. Aquí van algunas claves si no sabes por dónde empezar: 

  • El cansancio, la irritación o el agobio son señales de que estás llegando al límite. 
  • No hace falta empezar por el límite más difícil. Practica en situaciones cotidianas en las que te sientas más seguro. 
  • No estás siendo egoísta por cuidar de ti, simplemente tienes derecho a que respeten tus emociones y a estar bien. 

Frases que puedes usar para poner límites sin herir 

Uno de los grandes problemas a la hora de poner límites es que tenemos miedo a sonar demasiado cortantes o agresivos, y que eso provoque un enfado o un conflicto. Pero tienes que aprender que los límites deben ponerse siempre desde el respeto. No vas a tener más razón ni te van a prestar más atención por hablar mal, más bien todo lo contrario. 

Estas son algunas frases que pueden ayudarte a verbalizar lo que sientes: 

  • «Ahora mismo no puedo ayudarte con eso». 
  • «Necesito pensarlo antes de darte una respuesta». 
  • «Me hace sentir incómodo hablar de este tema. ¿Podemos dejarlo aquí?». 
  • «Te agradezco que lo compartas, pero no me siento bien escuchándolo en este momento». 

Una de las claves para establecer límites sanos es hablar desde lo que sientes, nunca desde la crítica al otro. Y recuerda: cuando pones un límite no estás rechazando a nadie, simplemente estás cuidando tu espacio. 

Si poner límites te genera ansiedad o culpa, en POP Empower queremos trabajarlo contigo. Un profesional te ayudará a entender por qué te cuesta tanto decir que no, qué creencias llevas años sosteniendo sin darte cuenta y cómo aplicar el autocuidado a todos los aspectos de tu vida sin sentirte culpable.

Ahora tu primera sesión con un 20% de descuento con el código SESION20.